domingo, 23 de octubre de 2011

Una rara forma de paz, Sr. Premio Nobel....

Ya habíamos escrito sobre Libia en más de una oportunidad, siendo la última  http://loquenoteenteraste.blogspot.com/2011/08/no-es-un-negocio-es-un-negocion.html 
y hoy volvemos a hacerlo.
Manteniendo su línea de siempre, el "Premio Nobel de la Paz",  Obama, sigue imponiendo la ley y el orden...
A las sanciones económicas contra países, que sumen en la miseria a sus habitantes y provocan innumerables muertes, a los bombardeos incesantes que destruyen poblaciones, ciudades y países enteros, matando e hiriendo a cientos de miles de personas, dejando a los sobrevivientes en la pobreza, sin casa, sin familia, sin alimentos, sin futuro, sin vida, ahora se suman las ejecuciones sumarias. Las ejecuciones de personas que sabiendo demasiado sobre los EEUU, habiendo colaborado demasiado con los EEUU y siendo por ello peligrosas para el Imperio y sus aliados, no pueden ser llevadas a juicio. Todos los arreglos, las intrigas y las acciones que conocen, no pueden ser dichas en un juicio que pueda escuchar la humanidad, el riesgo para los EEUU sería inmenso. Se constataría todo lo que se supone...
Ya no nos asombramos por la forma de promover la paz de Obama, es un camino claro, que continúa el de sus predecesores, pero no podemos dejar de mencionarlo.
¿Esto es la paz? ¿Esto es cumplir con las resoluciones de la ONU? ¿Por qué Hillary Clinton realizó la "V" de victoria si sólo querían protege a los civiles y apoyar a los rebeldes con la ayuda de la OTAN?
Las obvias respuestas, las dás vos...
LQNTE

Otra ejecución sumaria de Estados Unidos y sus aliados



GUIÓN DEL VIDEO
Viernes 21 de octubre de 2011/ Redacción: Francisco Ali-Brouchoud/ Edición: Paolo Menghini/ Visión Siete Internacional/ Muammar Kadafi está muerto y las potencias occidentales que bombardean Libia sin cesar desde principios de 2011 celebran y se felicitan unas a otras por este resonante “éxito”. Con su desaparición, se cierra una peculiar trayectoria política, que comenzó en septiembre de 1969 cuando Kadafi, por entonces un joven coronel de 27 años, encabezó un golpe de estado incruento contra el rey libio Idris, aprovechando un viaje suyo a Turquía por razones de salud.
El modelo de Kadafi era el que le ofrecía el nacionalismo pan-arabista representado por Gamal Abdel Nasser y su Movimiento de Oficiales Libres, que había derrocado a la monarquía egipcia en 1952.
Cuando Kadafi abolió la monarquía, Libia, en posesión de una de las reservas de petróleo más importantes de África, exportaba tres millones de barriles por día. Pero recibía el precio más bajo del mundo por barril, pese a la elevada calidad de su crudo, explotado por la compañía estadounidense Esso, y del que se beneficiaban también las principales potencias europeas. Esa riqueza era manejada por la monarquía, sin llegar a una población empobrecida y carente de educación, que tenía así sobrados motivos para apoyar el golpe contra el rey Idris.
Kadafi se propuso transformar la sociedad libia implementando un proyecto político muy particular que combinaba ideas socialistas y nacionalistas con un islamismo revolucionario. La primera década de su régimen incluyó el control estatal de los campos petroleros y el incremento de los impuestos a los concesionarios extranjeros. Esa enorme masa de dinero fue volcada al desarrollo de una sociedad sumergida, con inversiones en salud y vivienda. Se redistribuyeron tierras y se fomentaron los microemprendimientos, mientras el Estado conservaba el control de la macroeconomía.
Políticamente, al menos en teoría, Kadafi proclamaba la “jamahiriya”, o el gobierno de las masas, una filosofía política plasmada en el Libro Verde, la versión pan-árabe e islámica del Libro Rojo de Mao Zedong. Una suerte de democracia directa que se organizaría desde una base de consejos populares y comunas. Paralelamente, mediante la renta petrolera, su gobierno apoyaba a la Organización para la Liberación de Palestina, movimientos rebeldes en otros países africanos como Sierra Leona y Liberia, así como a grupos dedicados a la lucha armada en nombre de las ideologías más disímiles en todo el mundo.
Estas características, sumadas a su marcada posición antiestadounidense, hicieron de Kadafi un actor político de peso en la escena internacional de los 70 y 80, y al mismo tiempo, un personaje bizarrro e inclasificable para la lógica occidental, al que se atribuyó la financiación de varios de los atentados terroristas más resonantes de su época, como la masacre de los atletas israelíes en las Olimpíadas de Munich en 1972, la bomba de 1986 en una discoteca de Berlín frecuentada por soldados estadounidenses y la explosión de un avión de Panam sobre Lockerbie, Escocia, en 1988.
Su enfrentamiento con la denominada “comunidad internacional” tuvo uno de sus puntos de mayor fricción cuando Estados Unidos bombardeó, por orden del entonces presidente Ronald Reagan, Trípoli y Benghazi, lo que causó unos 60 muertos, incluyendo a una hija de Kadafi.
Varios años de sanciones económicas de las Naciones Unidas y un fuerte aislamiento internacional lo hicieron cambiar de idea con respecto a Occidente. Luego de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos, Kadafi ofreció su ayuda a Washington, y apoyó la denominada “lucha contra el terrorismo” de George W. Bush.
A partir de entonces, paso a paso, y sin abandonar su excentricidad política, Kadafi fue beneficiado por Estados Unidos y la Unión Europea con una progresiva rehabilitación.
La admisión de responsabilidad en el atentado de Lockerbie y el pago de compensaciones a las familias de las víctimas de ese ataque así como de otros atribuidos a su gobierno, lo libraron de las sanciones de la ONU en 2003.
En 2004, Libia ingresó a la Organización Mundial de Comercio. En septiembre de 2008, Condoleezza Rice se convirtió en la primera secretaria de Estado en visitar Libia.
El exprimer ministro británico Tony Blair fue desde entonces otro de los entusiastas operadores de relaciones públicas de Kadafi.
Detrás de esa cuidadosa operación estética política, había negocios, centrados en las enormes reservas petrolíferas libias. Italia, por ejemplo, recibía, hasta el inicio de las operaciones de la OTAN en apoyo a los rebeldes para derrocar al líder libio, el 20 por ciento del petróleo consumido en la península de su ex colonia.
Por su parte el Reino Unido hizo todo lo posible para preservar el contrato de exploración firmado por la British Petroleum con Trípoli en 2008, por más de 900 millones dólares.
Los acontecimientos globales de los últimos meses demuestran que Occidente ha realizado importantes avances en la administración de justicia en el campo del derecho internacional: en vez de largos juicios en los que se impone reunir evidencias y argumentar trabajosamente para demostrar la culpabilidad del acusado, se impone ahora su ejecución sumaria e inmediata, que Estados Unidos y sus aliados europeos realizan con fuerzas propias o tercerizadas, según convenga. Bin Laden, al-Awlaki, su hijo de 16 años, y ahora Muammar Kadafi, en lo que parece ser sólo el comienzo de la lista. La rapidez de la ejecución está directamente relacionada con la cantidad y calidad de los secretos sucios de los verdugos que el acusado maneja, y que podrían salir a la luz en un juicio convencional. © Noticiero Visión Siete/ TV Pública/ Argentina

Publicado en Visión Siete Internacional el 22/10/2011 en: http://blogs.tvpublica.com.ar/internacional/2011/10/22/la-muerte-de-kadafi/
 
Victoria



Video de Visión Siete mostrando la "V" de victoria de Hillary clinton y una gran reflexión, como siempre, por parte de Pedro Brieger

1 comentario:

  1. El Nobel de la paz a Obama es un chiste... y no uno gracioso! Mandela, Adolfo Pérez Esquivel, Madre Teresa, y él?!

    Y temo por Libia... Ahora que se liberaron de un dictador van a caer en el coloniaje yanqui-europeo!

    http://visto-desde-el-sur.blogspot.com/2011/08/el-final-de-khadafi.html , sobre Khadafi hace rato.

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